Metanoia

Llevo varios días sintiendo que debo decir algo, ese algo aún no se que es, he estado intentando apilar las palabras, organizarlas, escrutarlas, ponerlas en remojo y nada, no encuentro el principio del mensaje, por más que he intentado montarlo a modo de puzle, por un lado o por otro falta alguna pieza. Me pasa algunas veces, que empiezo a sentir como un cosquilleo aquí dentro, no sé muy bien si es en el pulmón, en el corazón o en la vesícula biliar, el caso es que cuando siento esa sensación es porque algo he decir que aún no he dicho y he de decirlo de alguna manera, se que es eso porque lo presiento con toda mi alma. Voy al médico, le cuento lo que me pasa y sin tan siquiera mirarme a la cara me receta Almax Forte después de las comidas. Con la misma sensación como, poco, porque no tengo ganas, recojo la mesa, sin ganas también, friego los platos y en un descuido con el estropajo se me cuelan todas la palabras por el fregadero, el fastidio no me desvela nada, al revés, esa sensación extraña se convierte en ansiedad. Me voy a trabajar ansiosa, ya no diseño vestidos, me dedico a escribirlos, en todas sus formas, con todos sus colores, le añado lunares con la punta del lápiz, pinto las flores con acuarelas y escribo a los volantes para que se pongan en movimiento en cuanto yo los ordene, después de eso nada pasa que no sea un buen rato. Vuelvo a casa con la misma sensación de tener que decir algo, intento distraerme con un buen baño, burbujas y sales minerales para mi cuerpo serrano, mimos con la crema limpiadora y caricias de seda con la hidratante. Sonriendo me miro en el espejo y te veo a ti.
Y sorprendentemente es ahora cuando digo lo que sentía que tenía que decir.
Te quiero